Ana María Valderrama rescata al Sarasate más desconocido

 

 

La jóven inttérprete madrileña Ana María Valderrama saca a la luz ahora en un álbum tanto obras propias del pamplonés, algunas de ellas inéditas -por extraño que parezca-, como 'inspiradas' por él. El título del disco, À mon ami Sarasate, hace referencia justamente a la dedicatoria que solían llevar esas partituras.

 

Pablo Sarasate fue un ídolo musical de su tiempo, violinista legendario y compositor reconocido. Además de eso, supo concentrar en torno a su figura la creación violinística de la época pues grandes compositores escribieron para él.La joven intérprete madrileña Ana María Valderrama rescata ahora en un álbum tanto obras propias del pamplonés, algunas de ellas inéditas -por extraño que parezca-, como inspiradas por él. El título del disco, À mon ami Sarasate, hace referencia justamente a la dedicatoria que solían llevar esas partituras creadas de forma expresa para Sarasate.

Valderrama lo ha grabado, además, utilizando uno de los dos Stradivarius que pertenecieron al virtuoso navarro, el Boissier -el Rojo-, conocido así por la tonalidad de su barniz y legado a la muerte de aquél al Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM), donde la intérprete es profesora de violín.

"Hacer un disco sobre Sarasate me rondaba la cabeza desde hace años, pero no con sus piezas de siempre", explica Valderrama. La musicóloga María Nagore le ofreció lo que estaba buscando al ponerse en contacto con ella, hace menos de un año, para que la acompañara en la presentación de su libro 'Sarasate, el violín de Europa', que, entre otros, recogía el hallazgo de dos obras desconocidas del virtuoso.

Una de ellas, la que abre el álbum publicado por Solé Recordings, lleva por títuloPreludio para violín en mi mayor, pieza breve compuesta probablemente a instancias de algún amigo. La otra, escrita en su juventud, es una Fantasía sobre Don Juan (de Mozart) que había pasado inadvertida a los estudiosos seguramente por pensar que se trataba de la misma composición que Sarasate escribió al final de su carrera sobre Don Giovanni.

Ana María Valderrama, acompañada al piano por Luis del Valle, intercala estas composiciones inéditas con clásicos del navarro como la Romanza andaluza yAires bohemios y partituras dedicadas a él: la Introducción y Rondó caprichoso Op. 28 de Saint-Saëns, el Romance para violín y piano de Lalo y otras dos obras que se graban ahora por primera vez, en este caso del condiscípulo y amigo de Sarasate en París Théodore Dubois: Andante religioso y Romanza sin palabras para violín y piano.

La joven profesora y concertista de prestigio internacional da la razón a Sarasate cuando opinaba que el Boissier permanecía"insensible a sus caricias" como "las mujeres que se saben demasiado bellas". Ella tuvo que pelearse también con el codiciado instrumento: no se trataba sólo de sacarle el precioso sonido que escamotea la falta de uso sino de adaptarse además a unas proporciones y un tipo de construcción que no le favorecían en absoluto.

Como en un episodio más de la película de François Girard El violín rojo, donde se narran las vicisitudes de un instrumento imaginario inspirado en el famoso Red-Mendelssohn, que debe su nombre a una mancha roja que se aprecia en la parte superior de la caja de resonancia, los caminos de Valderrama y el Boissierya se habían cruzado varias veces con anterioridad.

La primera tuvo lugar en 2011, cuando la madrileña ganó el Concurso Sarasate del RCSMM -la primera española en lograrlo-, ocasión que otorga el privilegio de lucir las dotes propias tocando el célebre violín; la segunda tuvo como motivo el recital organizado para la presentación del libro de María Nagore; y la última, hasta ahora,ha sido por la grabación de su disco.

El 1er Premio y el Premio Especial del Público en la XI edición del Concurso Sarasate supusieron la segunda llamada al estrellato de Ana María Valderrama, que ya se había dado a conocer con veintipocos años al actuar como solista en el concierto dirigido por Zubin Mehta con el que Doña Sofía celebraba su 70 cumpleaños. La ocasión sirvió además para inaugurar el Auditorio de la Escuela Superior de Música que lleva el nombre de la reina, y del que Valderrama -discípula de Zakhar Bron y Yuri Volguin- era alumna en aquel momento.

Varios concursos ganados después, con sus estudios ampliados en Berlín a la vera de las profesoras Antje Weithaas y Nora Chastain, la violinista obtuvo una plaza como profesora del RCSMM, dando inicio así a una carrera docente que cada vez le cautiva más y que ha hecho compatible con sus conciertos junto a los directores y orquestas más prestigiosos del mundo.

Su carrera discográfica se inicia con este homenaje a un músico que, como parece haber demostrado María Nagore en su libro que tumba tantos tópicos, ambicionaba más ser intérprete que compositor. Aunque Valderrama comparte con Sarasate el gusto por el contacto del público y hasta sus maneras apasionadas al violín, es una enamorada de la música de cámara y ya piensa en un segundo disco interpretado por una formación de cuerda de la que formará parte a buen seguro Luis del Valle, un pianista con el que se entiende a la perfección.

P. Unamuno, El Mundo

1 de marzo de 2016

Ver artículo original