Eroica heroica

Otro espléndido concierto de la Filarmónica, el sábado 5 de julio. Director, nuestro excelente, admirado y querido Director Alejandro Posada. Y solista invitada, la formidable violinista española Ana María Valderrama. En su arco, el Concierto en Re menor para violín, Op. 47 de Jean Sibelius. A pesar de su juventud, (23 años), denota madurez y es realmente una instrumentista de primera categoría. Su estilo es de mucho vigor y musicalidad, y además ella muestra gran maestría. Sobre todo, en la cadenza del tercer movimiento, de gran dificultad, con cuerdas múltiples y amplios saltos de acordes, y al mismo tiempo, requerimientos expresivos en medio de malabarismos técnicos. En el allegro alcanzó toda la habilidad virtuosística que tan compleja e intrincada partitura requiere. Su precioso violín, de muy bello sonido, es un Gagliano del siglo XVI, facilitado por la Fundación Maggini, su propietaria.

Creo que el programa de mano está equivocado. Presenta las explicaciones del tercer movimiento de este concierto, (el Allegro), con el encabezamiento para el Adagio, (segundo movimiento). Imagino que simplemente se traspapeló un párrafo entero y los pedazos que quedaron, resultaron empatado uno con otro. (trampas de los computadores).

La Orquesta, aunque reducida en atriles, impactó, a través de toda la partitura, con tuttis llenos de poder. Bella sutileza en los pasajes pianos de las cuerdas bajas. Muy interesante el solo de vientos en el adagio. Inmenso Alejandro Posada en toda la obra y especialmente durante la rica capitulación y el intenso finale. No es una partitura que se deje a lo que la Orquesta saque: el Maestro Posada se dedicó a trabajarla durante toda una semana, y el esfuerzo dio los resultados esperados.

Siguió la Sinfonía No. 3, “Eroica” de Beethoven. Heroicamente interpretada. Cada ejecutante toca como un virtuoso y el director tiene en sus dedos y en sus gestos corporales los hilos de cada músico. Los tuttis son exactos, en una amalgama que hace parecer que la Orquesta toda fuera un solo instrumento global.

Después de la primera obra, hubo cambio de percusionista, y los timbales de la Sinfonía estuvieron a cargo de Alejandro Ruiz, quien se lució. Los chelos han mejorado en forma estupenda. Los tres cornos, Rodrigo Loaiza, Esteban Avendaño y Jairo A. Restrepo, se fundieron en uno solo. Son tajantes y precisos. Al igual que la sección de los primeros violines, junto con las violas: tocan como si todos fueran un cuchillo gigante y afilado; los segundos violines a la izquierda, siempre se escuchan mejor que cuando actúan detrás de los primeros, a la derecha. Nunca me he podido explicar cómo fue que esta configuración cambió en el siglo XIX. Es muy conveniente cuando algún director reversa la disposición de las sillas.

La Orquesta toda sonó con tal excelencia que juro que oí los tuttis con mejor sonido que en algunas orquestas internacionales de videodiscos. Las maderas y las flautas estuvieron sonoras y expresivas, sobre todo al comienzo del segundo movimiento en la Marcha Fúnebre. Entre tanto, los contrabajos imprimieron su profundo pathos a sus pasajes fúnebres.

Creo haber notado un pequeñísimo desfase de ritmo entre cuerdas altas y contrabajos, en un pasaje del adagio; el director los halaba, tratando de urgirlos, (a los bajos) pero no eran más de doce o quince compases, y no daba oportunidad para la alineación deseada. Algo que sucede constantemente en la mayoría de las orquestas.

Precursor, a mi modo de ver, de los allegros danzantes de B., como los de su Ballet “Las Criaturas de Prometeo” y los de la Séptima Sinfonía, (coreografiada ésta última en 1933 por Massine entre columnatas clásicas y faunos, y recreada por otros durante las siguientes décadas hasta llegar al cine argentino), el scherzo, sonó festivo y rítmico, ligero y saltarín. Pero el solo de los cornos se sintió más lento que el ritmo ya establecido por las secciones alternantes durante todo el desarrollo.

En algunos momentos al principio del cuarto (último) movimiento (allegro), en pasajes en que múltiples instrumentos entran en capas o en diálogo, creo que faltó staccato y limpieza de silencios audibles entre frase y frase de una sección a otra. O sea, un poco borrosa la dinámica entre unos grupos y otros. También sucede en casi cualquier orquesta joven..(con menos de 50 años); como sabemos, estamos cumpliendo ¡apenas los 25! Y levantada por las manos de nuestro Maestro Posada, mostró con esplendor cuánto ha crecido en capacidad y calidad.

Quiero felicitar a los directivos de la Orquesta por la gran mejoría de los programas de mano. Las carátulas siempre han sido preciosas, de buen gusto y con diseños muy creativos; en especial, éste, de Manuel Alejandro duque, de la Agencia Gómez Chica, quienes han realizado varios programas. Los textos están muy bien, y son muy convenientes los consejos de urbanidad incluidos, así como las notas informativas acerca del calendario y otros.

9 de Julio de 2008

Olga Elena Mattei

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