Excelencia Violinística

Pasión interpretativa inconmensurable, regulación extrema de la línea melódica, rica exhibición de matices, grandeza de sonido bien dominado. Ana María Valderrama, de escuela violinística natural y posición elegante, había iniciado la "Sonata para violín y piano nº 3" de Brahms, a dúo con el pianista Víctor del Valle dando muestras de una expresividad fuera de lo común. El dúo logró uno de esos momentos únicos e irrepetibles que a veces brinda la música y que hay que saber identificar y disfrutar en todo su esplendor.

Tras momentos "di bravura" del piano de Del Valle con fuerte carácter heroico, escuchamos melodías románticas, magníficamente expresadas por el dúo. Y la excelencia continuó en ese adagio cuajado de golosas armonías del violín en acordes en dobles cuerdas con sonido de pureza gallarda.

Valderrama siguió ofreciendo arte violinístico genuino en el tercer movimiento blandiendo una técnica inmaculada de arco, de la punta al talón, y estalló en furia expresiva en el "presto agitato" final. Absoluta entrega interpretativa. Grandísimo efecto dramático de ese "martellato" en el talón. Esto es tocar el violín, oigan, lo demás, guardarropía.

Valderrama, que había comenzado su recital con "Mélancolie", de César Franck, haciendo cantar a su instrumento en un lamento de gran profundidad sentimental, lo acabó con la "Sonata para violín y piano en la" - del mismo compositor, donde el dúo confirmó que puede haber mucha más música en una sonata que en toda una sinfonía. Ambos músicos articularon con elocuencia meridiana el denso lenguaje musical característico de Franck con frases cargadas de inspiración magníficamente resueltas.

Aclamaciones y aplausos, correspondidos por la ganadora del Premio Pablo Sarasate 2011, con un impactante bis: "Aires gitanos", del compositor navarro.

Heraldo de Aragón- Luis Alfonso Bes

21 Octubre 2018

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