Y el premio es.... tocar un Stradivarius

Ana María Valderrama, primera española que gana el concurso Pablo Sarasate, toca el violín de 1713 del compositor

 

Belén Díaz  | Ana María Valderrama ensaya en el conservatorio de Atocha las primeras notas con el Stradivarius, de 1713, que fue propiedad de Sarasate

Una, dos, tres y cuarto vueltas, gira la llave en la cerradura de arriba. Una, dos, tres y cuatro, en la de abajo. A continuación se abre la puerta de la caja fuerte que custodia, en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, el violín de Pablo Sarasate, un Stradivarius Boissier, conocido también como Rojo, construido en 1713. Quienes trabajan en el conservatorio lo apodan «el niño». Desde el guarda de seguridad hasta Eva Jiménez, responsable del Museo de Instrumentos Antiguos de la institución. «Pertenece a la época dorada de los Stradivarius», nos ilustra Eva, de ahí su incalculable valor histórico, pero también sentimental, por tratarse de una donación de Sarasate. «Es un bien de carácter público, por lo que no se puede vender». Si se hiciera, «con el dinero se podrían comprar dos o tres Stradivarius normales».

Hoy (cuando se celebra esta entrevista) el Boissiersale a respirar un poco de aire. Fuera de su caja le esperan las manos de Ana María Valderrama, una violinista madrileña de 26 años que hace unos meses se convirtió en la primera española que gana el Concurso Internacional Pablo Sarasate, que se celebra en Pamplona desde 1991.

El galardón, con una dotación económica de 10.000 euros, a los que Ana María sumó además los 1.500 euros del premio del público, incluye una gira de conciertos por varias ciudades españolas —comenzó el 31 de enero en Vitoria y concluye el 9 de febrero en Madrid — y la posibilidad de tocar en este último concierto con el violín de Sarasate.

Valderrama dispone tan solo de una hora de ensayo, siempre bajo la supervisión de Eva. Por eso, cada minuto cuenta. En una mano, la joven sostiene su propio instrumento, un violín que acaba de adquirir y que, paradojas de la vida, es una copia de un Stradivarius. Las comparaciones son inevitables. Comienza a tocar el Boissiery las primeras notas que suenan «son muy distintas, pero necesito un poco más de tiempo...», reclama. Y tras unos minutos exclama: «¡Buah, cómo mola!»

el Conservatorio al metro Hija de músicos, su inclinación por este arte era previsible. Aunque comenzó con la viola, Ana María se decantó finalmente por el violín: «Va más con mi carácter porque soy muy nerviosa». Valderrama inició sus estudios en el Conservatorio de grado medio de Ferraz, y entre clase y clase iba junto a sus compañeros a tocar al metro. «Llegamos a juntarnos hasta ocho —recuerda, entre risas—. Y recaudábamos hasta veinte euros a la hora y por persona. ¡Una fortuna!». Algo que no repetiría hoy —aunque lo haya hecho Joshua Bell «porque me daría mucha vergüenza».

De Ferraz pasó a las aulas de la Escuela Superior de Reina Sofía, en las que estudió con Zakhar Bron y Yuri Volguin. Actualmente vive en Berlín, donde cursa un máster en la Hochschulle für Musik «Hanns Eisler», bajo la dirección de Antje Weithaas. Dos maneras muy diferentes de entender la música. «Los rusos son más desgarrados y tocan con más vibrato, mientras que los alemanes son más puristas y siempre piensan en el compositor». Entre sus preferencias musicales, menciona a la violinista Janine Jansen, «que es impresionante porque pone toda su alma cuando toca»; y entre los directores, a Gustavo Dudamel: «Me encanta su energía». No olvida, sin embargo, su experiencia junto a Zubin Mehta, en 2008, cuando tocó ante los Reyes en la Escuela Reina Sofía. «Fue increíble. Pasé muchos nervios, pero disfruté. Mehta es un director que da mucha seguridad».

Valderrama dedica entre cuatro y cinco horas diarias al violín, y tan solo le da vacaciones una o dos semanas al año «Y lo noto mucho cuando lo retomo». De su profesión, asegura que lo más díficil es controlar la presión, algo que ha logrado gracias a los concursos. «En el de Sarasate me preparé muy bien mentalmente. Allí la gente va a escucharte, pero también a juzgarte». Y está convencida de que hay que tener mentalidad ganadora. «Cuando he salido sin estar convencida no ha funcionado. Cuando he ido a por todas, he ganado».

Estos certámenes le han permitido además avanzar mucho en cuanto a repertorio —su preferido es el romántico—. «Hay veces que tienes que preparar hasta diez obras». También, claro, es muy importante el instrumento. «El de Sarasate me enseñaría a tocar mejor», afirma. Tal vez en el futuro tenga su propio Stradivarius... original.

Madrid , 9 de febrero de 2012

Susana Gaviña

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